La bóveda del fin del mundo: la historia detrás del Banco Mundial de Semillas de Svalbard

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En una isla remota de un archipiélago en la parte más continental de Noruega y el Polo Norte se levanta una imponente bóveda rectangular calificada por la revista Time como el sexto mejor invento del 2008. En caso del fin del mundo, el Banco Mundial de Semillas es la salvación de la humanidad. Aquí todos los detalles.

Una construcción implacable

La cámara está construida para resistir el paso del tiempo y el desafío de los desastres naturales o provocados por el hombre

Como un iceberg que flota sobre el mar, el Banco Mundial de Semillas esconde su estructura en el interior. A 150 metros de profundidad se encuentran tres grandes salas con gran capacidad para almacenar más de un millón de semillas.

Para resistir de forma implacable al paso del tiempo, la cámara está construida a prueba de erupciones volcánicas, terremotos de hasta grado 10 en la escala de Richter, radiación solar, y, en caso de fallo eléctrico, el permafrost (capa de suelo permanentemente congelada) del exterior actúa como refrigerante natural.

Una idea premiada, aunque no nueva

A pesar de haber recibido el premio como el sexto mejor invento en 2008 por la revista Time, el Banco Mundial de Semillas no es pionero en la colección de semillas. El botánico y genetista, Nikolai Vavilov se obsesionó con mejorar una las variedades de trigo para cultivarlo en cualquier clima y frenar el hambre en el mundo y en su país Rusia.

Este objetivo lo llevó a realizar distintas expediciones por el mundo, por lo que recopiló más de 50.000 especies de plantas silvestres y hasta 30.000 semillas de diferentes variedades de trigo. Aunque fue un gran descubrimiento que ningún científico ha replicado, su legado quedó silenciado durante casi 100 años a causa de la II Guerra Mundial.

Este hombre murió manteniendo sus ideales: tras la llegada de las tropas nazis, protegió el banco de semillas y murió de hambre en una prisión rusa.

Por ello, se cree que la bóveda del fin del mundo se inspiró en su labor y empezó a tomar forma a finales de la década de los años 90, con un grupo de agricultores y el genetista Cary Fowler como impulsores. Sin embargo, tuvo que transcurrir una década hasta la puesta en marcha de sus instalaciones en 2008.

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No hace falta el fin del mundo

¿Resolverá los problemas con una catástrofe mundial? O ¿desde ya el Banco Mundial de Semillas está operativo? De acuerdo con el oficial de comunicaciones de Global Crop Diversity Trust, en exclusiva para Condé Nast Traveler: “Un mito generalizado es que esto es una ‘bóveda del fin del mundo’ o ‘el arca de Noé del siglo XXI’ diseñada para ayudar a la humanidad a reiniciar la agricultura después de una catástrofe mundial. Cuando lo cierto es que hay desastres naturales que se suceden casi todo el tiempo, y la bóveda ya ha resultado valiosa para el mundo en tiempos de crisis”.

Esta estructura ya ha entrado en acción. En 2015, como resultado de la guerra civil en Siria, el Centro Internacional de Investigación Agrícola en Zonas Secas (ICARDA) perdió el acceso a su banco de genes en Alepo y gran parte de las semillas se habían duplicado y custodiado en este recinto.

Por este motivo, ICARDA pudo recuperarlo todo, ya que retiró sus muestras entre 2015 y 2019 para restablecer su colección de bancos de genes en Marruecos y Líbano.

También entró en vigencia en la misión de rescate para recolectar semillas de cultivos nativos del Nepal, tras el terremoto en la zona que afectó a tres grandes distritos: Sindhuplanchowk, Dolakha y Ramechhap

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