¿Cómo es el joyero de la reina Isabel II? La historia de sus 10 broches preferidos y lo que significan

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Los accesorios son el complemento ideal para cualquier outfit y la reina Isabel II lo sabe. Además, la monarca toma estos elementos para enviar señales secretas a sus asistentes – como hace con la manera en la que se coloca el bolso. Pero sus broches son la pieza perfecta para expresar su actitud sin mediar palabra. Aquí los detalles de sus preferidos.

El Crisantemo de Zafiro

El broche con mayor valor sentimental de Isabel II. Se cree que entró en su joyero en 1946, un año antes de casarse.

Esta joya fue la que lució en la fotografía de su luna de miel con el duque de Edimburgo en 1947, imagen que recreó en 2007 para celebrar su aniversario de diamante en la casa de Hampshire del Lord Mountbatten – tío de Felipe de Edimburgo – donde pasaron su primera noche de bodas.

La monarca ha aprendido a usarla como guiño a los comienzos de su amor con su difunta pareja.

El lirio de la ciudad de Londres

Para junio de 1947, la entonces princesa Isabel recibió las llaves de la ciudad de Londres acompañada de este broche de diamantes con forma de lirios.

Ese fue un año inolvidable la reina Isabel II, puesto que en noviembre celebró su boda con el príncipe Felipe.

Desde entonces, la monarca se lo ha puesto en varias ocasiones porque, llegado el buen tiempo, es una flor que da en el jardín del palacio de Buckingham.

Nudo del amor verdadero

La reina María, abuela de Isabel II, compró este broche en Garrard en 1932 y se lo heredó a su nieta en 1953.

Dada la inspiración romántica del broche de diamantes, la monarca lo ha lucido en bodas familiares como la de su hermana, la princesa Margarita, o la de los Duques de Cambridge.

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Variedad Cullinan

Uno de los broches más impresionantes de Isabel II es el Cullinan V. La joven lo heredó de su abuela, la reina Maria de Teck. Es una joya compuesta por varios diamantes, pero con un brillante central que destaca por sus 18,8 quilates.

A su vez, la pieza esta tallada en forma de diamante, ya que formó parte del famoso diamante Cullinan: el más grande de todos los hallados en la historia.

Por su parte, también cuenta con el broche Cullinan III y IV: compuesto con la tercera y cuarta gema obtenida del enorme diamante. Su primera dueña fue la reina María, por lo que se conoce como «los cristalitos de la abuelita».

Girasol escarchado

También conocido como “La Dalia Dorada”. Es una pieza confeccionada por la joyería Garrard para la reina Isabel II a principios de los años 70.

Como la mayoría de los broches que posee la reina en su colección, la joya está realizada en oro de 18 quilates salpicado de 31 diamantes.

Lazo de la reina Victoria

Aunque la mayoría de sus joyas las heredó de la reina Maria, hay otras mucho más antiguas como este broche. Este lazo de diamantes fue confeccionado por deseo de la reina Victoria en 1858, debido a que muchas de las joyas de su abuela, la reina Carlota, pasaron al joyero de su primo, el rey Hannover.

Para 1901, poco antes de morir, la reina Victoria determinó que este broche y otros dos de la misma forma pasarían de monarca a monarca.

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La cesta de flores

Conocido también como “el giardinetto” (“el jardincito”). Es un broche en forma de cesta de flores colmado de diamantes, rubíes y zafiros.

Llegó a las manos de la monarca en noviembre de 1948 como regalo por el nacimiento del príncipe Carlos. La entonces princesa heredera, lo utilizó para posar junto a su bebé en el famoso retrato que tomó el fotógrafo Cecil Beaton.

La estrella de Jardine

No se conoce mucho sobre esta joya, pero según el libro ‘The Queen’s Jewels’ la reina recibió de manos de Lady Jardine en 1981.

Es una pieza simétrica del periodo victoriano tardío. Tiene forma de estrella de ocho puntas con diamantes engarzados entre ellas, así como en su vértice y racimo en su centro.

La hoja de palma de la Reina Madre

La madre de Isabel II llevó a Cartier algunos diamantes de su colección para que le confeccionaran este broce en 1938.

Tiene un diseño en forma de hoja de palma que se presume podría ser un guiño a las raíces escocesas de la Reina Madre, ya que este tipo de estampado tuvo su origen en la ciudad escocesa de Paisley.

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