Back to Black, el muy esperado biopic de la cantautora Amy Winehouse, se estrenó en la pantalla grande y puede ser vista en las salas de cine del país.
La película de Sam Taylor-Johnson, la misma directora de las saga de 50 Sombras de Grey, explora el auge y la caída de la estrella inglesa que murió a los 27 años de edad por una intoxicación de alcohol. La historia comienza con una Amy muy jovencita que creció en un ambiente donde la música era una prioridad y con el incondicional amor de su abuela Cynthia que sin duda fue una gran influencia musical para la joven.
Taylor-Johnson nos cuenta una historia lineal donde en momentos parece caer en un letargo que ni siquiera los hits de Winehouse nos hacen despertar. La primera media hora se establece el tono de la película y es así por el resto de los minutos. La cosa empieza a cambiar cuando Amy, ya una reconocida artista por su primer disco Frank, conoce al que sería el amor de su vida y también su destrucción: Blake Fielder-Civil, un productor de videos adicto a las drogas que pone su mundo de cabeza.
A partir de aquí pareciera que la idea de la directora es redimir a un Fielder-Civil que escapaba de las pataletas y los cambios de humor de Amy. Si bien es cierto que fue él quien la introdujo en el mundo de las drogas, no menos es cierto que antes de que se conocieran Amy ya era adicta al alcohol y Blake solo potenció su personalidad autodestructiva.
Taylor-Johnson se queda en lo superficial y no profundiza. Vemos al padre de Amy comprensivo y amoroso, y aunque Mitch siempre amó a su hija, la verdad es que también se aprovechaba de ella y a veces muy poco le importaba que estuviera en sus peores momentos para que se presentara en un escenario, algo que no se ve en la película y que se entiende porque se hizo bajo la atenta mirada del verdadero Mitch. De hecho, el verso en Rehab «si mi papi piensa que estoy bien», es en clara referencia a que Mitch no consideraba que su hija necesitaba rehabilitación. Sin duda, es una versión un poco edulcorada de la vida de la cantante.
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Amy y Blake
Lo más fuerte de la película son las actuaciones. Marisa Abela, actriz británica con una amplia trayectoria en su país, personifica a una Amy que en ocasiones nos hace pensar si estamos viendo un clon. A pesar de que un principio (cuando se supo que ella era la escogida), muchos no estaban convencidos con la elección de Abela, la joven ha probado lo contrario. Su Amy está llena de contrastes: es ruda, delicada, obsesiva y con una inmensa voluntad. Aunque en algunas escenas, sobre todo cuando comienza su espiral autodestructivo, le falta intensidad.
Jack O’Connell se roba la película con su Blake Fielder-Civil, pero se debe decir que casi lo redimen en esta visión de la vida de la cantante. Su Blake es un hombre que al final prefiere alejarse de la cantante que seguir con ella. Pero en la vida real, él la deja porque mientras él estaba preso, Amy mantuvo una relación sentimental con otro hombre. Además fue gracias a él que ella cayó en las drogas duras.
Leslie Manville (Mrs. Harry va a París y The Crown) es la abuela Cynthia y el personaje más entrañable de toda la película.
La música
Si hay algo que me decepcionó un poco es que los mejores éxitos de Amy están relegados casi al final de la cinta y uno de sus éxitos You Know i’m know good brilla por su ausencia en casi más de dos horas de película. Se entiende que no todo el tiempo entran los hits de un cantante en un biopic, pero este era fundamental para explicar un poco la dinámica de Amy y Blake.
