Con un pañuelo en la cabeza y solo sus palmas para hacerle el ritmo, Nella Rojas conquistó al mundo interpretando “La negra Atilia”. Ahora, tiene en su historial un repertorio de éxitos que incluyen un Grammy a mejor artista, una firma con una nueva disquera y hasta una presentación en Cannes. Cuando me contestó el teléfono para la entrevista, dejé a un lado la periodista y me volví una fan más, loca de orgullo y emoción. Aquí les dejo lo que salió de nuestra conversación:
Un talento que nació tras bastidores
Sonaba el timbre de fin de jornada en el colegio y Nella Rojas, sobre el mar de Margarita, salía corriendo a cantar detrás de su computadora.
Esa voz poderosa que ha calado hasta en el Festival de Cannes, inició su camino imitando a sus estrellas pop favoritas a puerta cerrada. “Yo amaba bailar y siempre hacía coreografías, pero el canto era solo para mí. Me escondía en mi cuarto y ponía la música tan alta que mis padres no se enteraban que yo estaba cantando”, cuenta Nella.
Usando su voz como instrumento, comenzó a entrenarse poco a poco, pero el canto no parecía estar de su lado. “En el coro del colegio jamás me dieron un solo”, comenta entre risas, pero la música seguía siendo su manera favorita de viajar. “A los 11 años mi voz hizo un cambio tremendo porque yo me ponía a estudiar sin darme cuenta, imitaba artistas y así aprendí a afinar”.
Su conexión con el canto era tan poderosa, que ni la timidez, ni estar de backstage en el colegio, le quitó las ganas de seguir. Entró en clases de canto y desde ese momento, todo despegó:
“Estaba en clases y solo me escuchaba la profesora. Un día, cuando mi papá me va a buscar, yo estaba sola ensayando y ella le dice: «¿Escuchas esa voz?» y él le responde: «Sí, me parece preciosa». Ella le dijo: «Esa es tú hija. Tienes un tesorito que hay que pulir». Y fue a partir de ese momento se creó como un ejército de apoyo en mi casa, cualquier cosa que fuera música ellos estaban ahí conmigo”.
Sin saberlo, en ese instante, esa profesora comenzó la carrera de una pequeña que se convertiría años después en ganadora de un Latín Grammy.
Una margariteña que llega a Caracas y después, VUELA A BOSTÓN
En búsqueda de descubrirse más a través de la música, Nella Rojas dejó Margarita y se mudó a Caracas. Con el Ávila de fondo, aprendió a domar su instrumento y de la mano de la Escuela Contemporánea de la Voz, entendió que su misión era dedicarse a la música en cuerpo y alma.
“Quería buscar una academia de peso en el mundo y ahí apareció Berklee College of Music. Para mí era algo muy lejano, era para profesionales, y yo no me consideraba una. Hice una audición, me fue muy bien, me aceptaron, pero no me dieron beca en ese momento. Me tuve que devolver a Venezuela porque no tenía como pagarlo”, recuerda.
Pero con la terquedad que caracteriza a los artistas, no se rindió. Siguió en Caracas preparándose cada vez más. “Fueron años muy hermosos la verdad, aprendí muchísimo”, recuerda.
Su pequeño ejército de apoyo sabía que sus sueños la esperaban en Boston y contra todo pronóstico, lograron darle un empujoncito: “Un día, de la nada, mis papás me dijeron «Te podemos financiar por un semestre y de ahí tú ves como resuelves». Yo ya estaba montada en el avión con las maletas mientras ellos terminaban de decirme”, recuerda entre risas.
Una vez en Boston, Nella Rojas entendió el poder que tenía su voz y sobre todo: que Venezuela se movería con ella en cada paso de su carrera como músico. En especial, una negrita que le regaló un spotlight.
Al comienzo del día, temprano, sale la Negra Atilia
Cuando Nella Rojas comenzó a dedicarse de lleno a la música, se enamoró locamente del Jazz y el Blues. “Cantaba Ella Fitzgerald, Billy Holiday. No había tocado nada el territorio venezolano”, comenta recordando sus comienzos, fue un profesor de armonía quien le metió la idea en la cabeza, pero al principio le pareció una locura.
Somos reconocidos como un país de músicos, el folklore venezolano es uno de los más complejos y admirados del mundo. Cuando estaba preparándose para Berklee College of Music, Aquiles Báez, su profesor y, además, uno de los músicos más reconocidos de Venezuela, le recomendó usar la música venezolana a su favor:
“Recuerdo que me dijo: «Nella, yo tú cantaría un merengue venezolano, lo haría a capella y llevaría el ritmo con las manos en el pecho». Quería que cantara ‘El norte es una quimera’, que es un cinco por ocho. Un ritmo complicadísimo y admirado en el mundo justo por su complejidad. Mi respuesta fue que estaba loco (se ríe), cómo me iba a arriesgar a hacer una canción venezolana de tanta complejidad que nunca había hecho y, además, llevando el ritmo con las manos. NO. La locura”, cuenta Nella entre risas.
Lo que jamás se imaginó, es que encontraría en la delicia del merengue venezolano un spotlight que la daría a conocer al mundo entero. “Todos como inmigrantes venezolanos hemos sentido nostalgia y ese «No saber lo que tenemos hasta que nos alejamos»” y fue así como comenzó a estudiar los clásicos del folklor venezolano:
“Yo estando en Berklee llegué con esa mentalidad de cantar música anglo, y cuando primera vez tuve en las manos la música de la Negra Atilia encontré una conexión con la música que no había encontrado nunca parte”.
Con una canción de 1 minuto 47 segundos, Nella consiguió la atención de grandísimos músicos latinoamericanos como Juan Luis Guerra (con quien tiene ahora una canción), Gilberto Santa Rosa y Alejandro Sanz. Y lo más importante: conoció también a su compañero musical Javier Limón.
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Un compañero para contar historias: Javier Limón
¿Quién no se enamora de Nella después de escucharla con La Negra Atilia? Yo la primera vez que la escuché, quedé tan extasiada que la tuve en bucle de YouTube como por 3 meses. Lo mismo le pasó a Javier Limón, su compañero de creación musical, que es el responsable de que terminemos al borde del llanto con cada una de sus canciones.
“Javier Limón me escuchó cantar por primera vez “La Negra Atilia” estando en Berklee. Se me acercó y me dijo: «¿De dónde saliste tú y de donde salió esta canción?», y desde ese momento, se convirtieron juntos en un equipo inquebrantable en donde la música y la letra tienen la misma fuerza.
«Mi gran amigo y mi mentor» es como Nella define a Javier. Juntos comparten la pasión por las interpretaciones flamencas. “Si escuchas la melodía de ‘La Negra Atilia’ tiene mucha influencia andaluza. Normalmente no asociarías la música venezolana con música andaluza, pero está ahí y hay en mí, una inspiración y admiración por lo que es el flamenco y su interpretación”.
Cuando Nella interpreta, se transporta a otro mundo y su entrega absoluta está inspirada en los lamentos de las cantaoras. De ahí viene ese delicioso toque flamenco que le da a los colores de su voz: “Quizás por eso se me hace fácil darle ese toque a la música, no porque cante flamenco, sino porque hay conexiones entre ambos estilos”, comenta Nella.
¿Qué tiene la interpretación del flamenco? “Yo lo viví la primera vez en una reunión muy íntima, estaban los flamencos y había una cantaora y un guitarrista. Y eso, sin ningún tipo de amplificación, sin ningún tipo de instrumento, sonaba precioso. Yo nunca había sentido algo así en mi vida. Es un lamento y viene más allá de la voz, es algo que yo quiero que la gente sienta cuando me oiga cantar”, recuerda inspirada.
Y es justamente ir más allá de la voz, buscando el sentir y la poesía del lenguaje, lo que ha hecho que Nella logre conmover hasta un público que no habla su idioma.
Transformó la música en su lenguaje universal
Cuando escucho a Nella decir “Sobre el mar de Margarita” en Me llaman Nella, o “Venezuela grande, querida y eterna”, en Volveré a mi tierra, siento que me estrujan el corazón. Como venezolana, me llega al alma escucharla, pero la magia de su voz, es que incluso los que no entienden lo que dice, sienten lo mismo que yo.
Nella ha logrado que su música se convierta en su lenguaje universal. Ha hecho tours y conciertos por todo Estados Unidos, y aunque sus canciones son en español, el público angloparlante igual se conecta con sus historias. Si me preguntan a mí, eso es un súper poder.
“Yo siempre he dicho que para mí lo más bonito de mi carrera es estar en el escenario, y poder leer los ojos, ver las sonrisas y entender lo que la gente está sintiendo. Y sumarle a eso que no entiendan la letra, pero continúen con esa sonrisa y ese brillo en los ojos, no hay nada más reconfortante que eso”, comenta Nella quien ha cantado hasta en la costa de New Jersey en medio de la pandemia.
Su emotividad traspasa las barreras del idioma, sus historias se vuelven universales cuando salen con su voz. “Ha sido una bellísima sorpresa, el hecho que he podido viajar por el mundo cantando mi música en español y que la gente se interese en buscar las traducciones para poder entender qué dice la letra. Para mí es una maravilla, es una de las cosas más bonitas que le puede pasar a un artista”, comenta.
Para lograr esa magia con su voz, explica que ha trabajado en convertir la técnica en algo inconsciente y a dedicarse a interpretar historias con las que se identifica. “La gente ha conectado con esa honestidad”, asegura. Es por eso que sus canciones ‘Voy’ y ‘Me llaman Nella’ cuentan con millones de vistas en YouTube.
No solo traspasa la barrera del idioma, sino que su música logra conectar hasta con los más pequeños. Cada vez que saca una nueva canción, invita a sus seguidores a acompañarla o cantar con ella y los niños parecen no resistirse a su voz:
“No sabes la cantidad de videos de niñas imitándome, poniéndose sus pañuelos en la cabeza, sus argollas, hasta el piercing en la nariz. Es hermoso saber que niños se conectan con la música que yo hago, que no necesariamente sigue lo que está sonando en la radio. Me dan muchísima fuerza e inspiración para seguir haciendo lo que estoy haciendo”.
Nella viene con un “Pop de raíz”
Hace poco se dio a conocer que Sony Music había firmado a Nella como parte de sus artistas y el orgullo colectivo inundó al país: “Para mí que una Record Label como Sony, crea en mi trabajo, que no sigue precisamente una fórmula de radio es muy importante y muy bonito. Que todavía se encuentre un espacio para la música de raíz y se les dé un espacio a los textos, es inmenso, importantísimo”, comentó agradecida con su nuevo reto.
Su misión con la música, se mantiene en la búsqueda de honrar sus raíces y darle cabida a la cultura del folklore: “Como cantante tengo la fortuna no solo de cantar notas, sino cantar palabras y siento que tengo esa responsabilidad para mi comunicar estas palabras y estas historias”.
Ahora, presentó ante el mundo su nueva canción Solita, en la que sentimos un ritmo mucho más movido y una cara de Nella que no vimos en Voy. “Tengo sonidos un poco más modernos, donde se involucra más la parte electrónica, música que quizás puede ser más para bailar”. A esto le llama su ‘pop de raíz’.
¿Por qué le dice pop de raíz? “Uso los sonidos modernos de todas mis influencias que me inspiraron cuando empecé a cantar, con la música venezolana y a la vez, con unos toques de la música andaluza por mi colaboración con Javier Limón”, comenta.
¿Será muy diferente a lo que conocemos de Nella? “Pienso que Voy es un álbum para sentarte con una copa de vino, la luz tenue y sentarte a escuchar, literalmente a rezar. Pero este disco da para más, siento que puedes pararte de la silla a bailar. Me encanta que nos podamos enfocar de la cintura para arriba con el corazón, los sentimientos y las palabras, pero me encanta también que se haya agregado un ritmo que te haga moverte de las caderas para abajo”.
Ahora, yo les confieso que desde que salió Solita no he podido dejar de escucharla y se siente ese tumbao delicioso que te invita a bailar. Para terminar la entrevista, le pregunté una canción que le recordara a su infancia y me respondió: “Entonces qué”, de El Club de Los Tigritos. ¿Acaso no merece el mundo entero esta mujer?
Nella es un orgullo para nuestro país y para la música del mundo. ¡Gracias infinitas, Nella!