¡Una lucha por amor! La triste historia de por qué celebramos San Valentín

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Es muchísimo más que rosas y chocolates. La historia del famoso ‘día del amor y la amistad’, esconde la trágica historia de un hombre que decidió entregar su vida a defender a capa y espada, el sentimiento más fuerte del mundo: el amor.

¿La guerra es más importante que el amor?

El tamaño del ejército determinaba qué tan poderoso es el pueblo.

Sí, o así fue en algún momento de nuestra historia. Todo se remonta al siglo III, cuando en Roma gobernaba el emperador Claudio II. Para el momento, se necesitaba crear un ejército poderoso. Los soldados eran reclutados en los pueblos y dar la vida a cambio de servir a la nación era lo más importante para la época. Pocos eran los jóvenes que se negaban a formar parte del ejército, pero lo que lo hacían tenían una característica en común: el amor.

Todos los que tenían pareja o una vida familiar consolidada, evadían las responsabilidades del ejército por miedo a perder la vida y abandonar sus seres queridos. Para solventar esta problemática, Claudio II tomó la decisión radical de prohibir los matrimonios. Toda Roma se quedó sin la posibilidad de crear nexos de amor porque según el emperador, los soldados solteros eran más útiles para el ejército.

San Valentín, un ‘soldado’ de amor

Los matrimonios ya consolidados no podían separarse, porque era considerado una falta de respeto a la voluntad de Dios.

Prohibir el amor era una locura. No había manera de frenar los deseos del corazón y tampoco, eliminarle a todos la posibilidad de formar una familia. Ante las terribles prohibiciones del emperador, hubo un sacerdote que se negó completamente y comenzó a casar a jóvenes en secreto. Su nombre era Valentín.

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Una vez consolidada la unión en el nombre de Dios, no había manera de eliminarla. Parejas enamoradas acudían a él y tras decir sus votos de amor eterno, él bendecía su amor en el altar. Enseguida esto llegó a los oídos del emperador quien inició una terrible persecución en su contra.

Valentín, pese a las terribles amenazas que recibía por parte del emperador, no dejó de bendecir el amor. Su vida cambió por completo, cuando llegó el ejército y lo enviaron a prisión.

La mujer que lo enamoró

Valentín fue trasladado a las celdas de Claudio II. Con la confianza de que no hacía nada malo, entregó su destino a Dios. Lo que él jamás se imaginó, es que en esa cárcel conocería el amor.

Conoció a una hermosa joven -algunos dicen que era la hija del juez, otros, que era la hija del emperador-. Tenía la piel de porcelana, la voz dulce como la miel y unos ojos azules que parecían un cielo diurno lleno de estrellas. Parecía un ángel, pero sufría porque no podía ver.

Conmovido por su ceguera, todos los días que pasó en la cárcel, Valentín se los dedicó a rezar para que la joven pudiera ver el mundo. El juez lo consideró culpable y fue condenado a la muerte por decapitación. Justo antes de morir, ocurrió el milagro y la joven recuperó la visión. Él, antes de entregarse a su destino, le entregó una carta confesándole su amor firmándola como “Tu Valentín”.

Su historia es una de las más veneradas del mundo. Se le conoce por ‘conceder’ deseos a todos aquellos que sientan amor puro y verdadero en su corazón. Se convirtió en santo en 1960 en el segundo Concilio Vaticano, aunque el homenaje se celebra desde el año 498.

El 14 de febrero fue el día en que él murió por darle vida al amor y es por eso, que lo celebramos todos los días. ¡Feliz día de San Valentín!

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