De las excentricidades de la reina Isabel II, sabemos muy poco, pero si algo es conocimiento público, es su amor por los perros. Desde hace 80 años, está obsesionada con los corgis y ha tenido en toda su vida más de 30 perros que la han acompañado en el palacio. Aquí te contamos por qué son importantes y cómo comenzó su historia de amor.
¿Cómo llegó el primer corgi?
Su pasión por los perros llegó de casualidad. Todo fue gracias al rey Jorge VI, cuando en 1933 llevó al palacio un pequeño Corgi llamado Dookie. Isabel se enamoró enseguida y poco tiempo después llegó otra perrita a la familia, esta vez bajo el nombre de Jane. Así comenzó la historia de amor.
Cuando Isabel cumplió 18 años, recibió como regalo una corgi llamada Susan que se volvió su mejor amiga. Tanto fue el amor, que se la llevó a su luna de miel con el príncipe Felipe tiempo después. La conexión que tuvo la reina con Susan no podía compararse con los demás perros, por lo que decidió continuar con su linaje.
Por más de 50 años, todos los corgi que tuvo fueron descendencia de Susan. El último del “clan original”, murió en el 2002, pero esto no impidió que Isabel continuara con su obsesión por los perros.
Perros con pedigrí de la monarquía
Aunque la reina dejó a un lado la cría de corgis de la dinastía de Susan, mantuvo su amor por los perros y le dio la oportunidad a una nueva raza: los dorgis, que son una mezcla entre perro salchicha (que en inglés se llaman Dachshund) y corgi.
Para mantener el pedigrí familiar lo más exclusivo posible, el nuevo clan de perros de Isabel II, está vez decidió unir a uno de sus corgis con la salchicha de su hermana la princesa Margarita. Así se creó la generación de perros que la acompañan ahora en el palacio.
Disfruta tanto de la compañía de sus perros, que ha llegado a tener hasta 9 al mismo tiempo. Los nombres no siempre llegan a los medios, pero los más sonados han sido: Tinker, Pickles, Chipper, Willow, Piper, Harris, Brandy, Berry, Cider, Candy, y Vulcan.
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Los mal portados del palacio
Que sean los consentidos de la reina Isabel II, les da ciertos beneficios que no gozan ni sus propios nietos. Los perros son en realidad muy mal portados y han tenido más de un inconveniente a lo largo de los años.
Han mordido a la reina más de una vez y en el caso más grave, uno de ellos mordió a su madre quien tuvo que ser inyectada contra el tétano de inmediato para evitar posibles complicaciones.
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El mal comportamiento de los perros llegó al punto de que un miembro del parlamento británico pidió que en los alrededores del palacio se colocase “Beware of the dogs” (Cuidado con los perros), para evitar inconvenientes.
En 1999, un cartero recibió el bautizo oficial del palacio siendo mordido por uno de los perros, el incidente llegó a los periódicos y si bien es una noticia jocosa, demuestra que lo que menos tienen los perros es comportamiento real.
Ni los nietos de la reina disfrutan de la compañía de los dorgis, William dijo que tenía 33 años de su vida siendo ladrado constantemente. “Están ladrando todo el tiempo, no sé cómo ella los aguanta” dijo a la BBC.
Solo dos personas parecen adorar a los perros: la mismísima reina Isabel y Meghan Markle (que tiene dos perros). En la entrevista oficial del compromiso, dijo que los perros la “aceptaron de inmediato” y fue un alivio para ella.
Por los momentos, la reina tiene 3 perros en el palacio y a sus 94 años decidió no adoptar más porque no quiere dejar a ningún perro solo en caso de que llegue su hora de partir.