Recientemente Kate Middleton deslumbró en la cena de gala al presidente de Suráfrica, no solo por su elegancia, sino por la hermosa tiara que llevaba puesta. Esta no es la primera vez que la princesa de Gales usa una tiara, pero sí la primera vez luego de tres años que esta joya real es protagonista. A continuación te mostramos las 5 tiaras más bellas de la realeza británica y te contamos un poquito de su historia.
Cambridge Lover’s Knot
La tiara usada por la princesa en la cena de gala fue un guiño a su suegra Lady Di, de quien se dice era su tiara favorita. Diana recibió esta tiara en 1981, como regalo de bodas, y la devolvió al joyero real tras su divorcio. Con 19 arcos abiertos condiamantes talla brillante y 38 perlas en forma de gota, esta tiara fue un encargo de María de Teck, abuela de Isabel II, a la joyería Garrad en 1913.
Fringe
Es estilizada y muy elegante. La usó en su matrimonio la princesa Beatriz con el empresario italiano Edoardo Mapelli. Perteneció a la reina María de Teck. Fue fabricada en 1830 y modificada para la reina María de Teck años más tarde. La propia Reina Isabell II la llevó en su enlace con Felipe de Edimburgo y posteriormente su hija, la princesa Ana, para su enlace con Mark Phillips en 1973.
Greville Emerald Kokoshnik
La hermosa tiara de esmeraldas la utilizó la princesa Eugenia en su boda. Fue creada por Boucheron en 1919 para Margaret Greville, y en 1942 la dama de la alta sociedad británica se la entregó a la reina Isabel II, aunque finalmente nunca la uso. Se compone de esmeraldas, platino y diamantes.
Flor de loto
Esta tiara ha sido usada, en su mayoría, por las mujeres Snowdon, es decir las descendientes de la princesa Margarita. Está hecha de diamantes y perlas, fue un regalo de la reina madre a su hija, Margarita de Inglaterra, en 1959. La princesa de Gales la ha lucido en varias ocasiones.
Burmesy Ruby
Esta tiara fue un regalo de boda del Nizam de Hyderabad (una región al sur de la India) a la todavía Princesa Isabel, en 1947. Pero un regalo ultra personalizado: permitió a la joven Princesa ir a Cartier a elegir la pieza que más le gustara y escogió una tiara floral y un collar de diamantes que databan de 1930. Todos ellos se podían desmontar para llevarlos como broches. Ya en los años 70 Isabel II mandó desmontar ambas piezas y, junto a estos impresionantes rubíes, unirlas formando la tiara que hoy conocemos.