Once Upon a Time in Venezuela, el film de Anabel Rodríguez Ríos que podría traernos un Oscar

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Sumergida por completo en el mundo de Congo Mirador, Anabel Rodríguez Río inmortalizó la realidad de un pueblo que nada en oro negro, pero que vive en la miseria. Once Upon a Time in Venezuela es uno de los documentales más fuertes de la historia de nuestro país y es nuestro deber apoyar cada segundo de su tiempo en pantalla.

Todo comenzó con un barril

En la foto: Catire, el protagonista del cortometraje «The Barrel».

Dos historias comenzaron con un barril: la de la Venezuela petrolera y también, la de Anabel Rodríguez Ríos, directora de esta historia. La primera, tenía todas las de ganar, pero se perdió en el camino, la segunda, capturó parte de la pérdida y hoy la expone ante el mundo.

Mientras me preparaba para la entrevista, encontré uno de sus cortometrajes. “El Barril” se titula. Poco menos de 11 minutos bastaron para conmoverme hasta los huesos. La historia de “Catire” un niño de 7 años que trabaja y hace vida en el Congo Mirador, me llenó los ojos de lágrimas y así fue el primer acercamiento que tuve a la cinematografía de Anabel.

El entretenimiento básico de los niños, es organizar carreras en los «barcos» que se hacen con barriles. Sus familias los aplauden desde las casas flotantes.

Conoció al pequeño en un viaje que hizo para ver el fenómeno del Catatumbo, donde los rayos se apoderan de la Tierra. En ese espacio recóndito del mundo, que resulta ser una joya para turistas e investigadores, los niños se distraen con barriles de gasolina dañados y con carreras en las que usan sus brazos como remos. “Catire” llegó a ella con la inocencia del que ignora su padecer, y enseguida supo que había que retratar su realidad.

Con 11 minutos, la directora logra hacerte conectar con la injusticia de un pueblo que vive en lo que podría ser uno de los lugares más ricos del mundo (un pozo de petróleo), pero que está completamente sumergido en la miseria. “Quería acentuar el contraste que viven ellos que están tan abandonados y justo ahí, bajo sus pies, está la industria de extracción petrolera”, comenta la directora.

Todo es real, nada es ficción. En la foto se ve cómo personalizan cada bote para que sea único.

Mientras los niños nadan entre oro negro, deben buscar en los restos de basura utensilios para hacerse sus propios juguetes. “Cuando eres niño, tu ingenio siempre busca que estés bien”, asegura Anabel, quien los acompañó durante años viendo cómo transformaban con la imaginación barriles de gasolina en barquitos de carrera.

Agarramos los potes de gasolina, que ya no sirven, y los volvemos un bote y así hacemos carreras. A mi mamá le encanta verme. Este es el mío, pero no lo he pintado porque no tengo pintura”, narra el protagonista del cortometraje Luis Villasmil, “el catire”, que con solo 7 años sale a pescar temprano en la madrugada para alimentar a su familia.

Su mundo pequeño está lleno de responsabilidades muy grandes. La comodidad no forma parte de su cotidianidad, pero las quejas no caben en su vocabulario. Para poder pintarlo, acude a un vecino que le ofrece un poco de pintura a cambio de trabajo por dos semanas. El pequeño acepta voluntariamente la oferta y lo pinta de verde, su color favorito.

La inocencia de su mundo conmueve y al mismo tiempo, destruye a los que sabemos que su vida merece ser mucho mejor. “¿Qué clase de sistema está haciendo que nuestros niños tengan que ingeniárselas para ser niños? Ellos no tendrían que estar pasando por eso. Deberían poder jugar, estudiar. Es lo mínimo que tuvo que haber pasado en ese país petrolero tan rico que fuimos”, explica Anabel.

Ese fue el primer paso para lo que hoy conocemos como Once Upon a Time in Venezuela.

Érase una vez en Venezuela – Congo Mirador

Natalie, la única profesora del pueblo, lucha para que los niños sigan en la escuela pese a que los recursos son muy limitados y se están hundiendo -literalmente-.

El título de la película hace alusión a cuentos de fantasía y es que el mundo que muestra Anabel Rodríguez Ríos en cada segundo de su film, es tan insólito que cuesta creer que es verdad. En plena conversación, le pregunté: ¿Todo lo que vemos es real? “Absolutamente todo lo que ves, es real. Es un documental completamente fiel a lo que ocurre. No hay ficción”, me respondió.

Cada testimonio que hace vida en la pantalla, muestra inteligentemente cómo la decadencia política ha destruido a los venezolanos. Anabel logra de forma magistral, conectar con los dos lados de la historia sin dejar que la subjetividad forme parte de su mensaje.

Tamara es la que tiene mejor posición económica de todo el pueblo y también, fue la que les dio asilo a los miembros del equipo
de filmación por un tiempo.

¿De qué se trata el film? Utilizando como base la perspectiva de dos mujeres completamente diferentes, Once Upon a Time in Venezuela, narra la historia de lucha y supervivencia del pueblo de agua de Congo Mirador, que mientras buscan sobrevivir; se enfrentan a la polarización política de un país herido y destruido.

Tamara, una comerciante enamorada del Chavismo, defiende a capa y espada su ideología: “Aunque no tenga agua, comida ni donde dormir, yo estoy fina mientras tenga mi revolución”, dice en su casa que parece un museo urbano del ex presidente Hugo Chávez Frías. Mientras que Natalie, la única profesora del pueblo, lucha desde su salón de clases defendiendo a la oposición.

Ambas buscan desde sus posiciones salvar el pueblo que conocen como hogar. La verdadera pregunta es: ¿Cómo puede sobrevivir un pequeño pueblo de agua contra la corrupción, la contaminación y la decadencia política?

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¿Cómo se hizo el documental?

En conjunto con su equipo viajaba por semanas varias veces al año para poder filmar la realidad.

Solamente con un deseo, no se puede filmar un documental. Para lograrlo Anabel Rodríguez Ríos debió demostrar que su historia merecía un foco de atención y logró el financiamiento del Tribeca Film Institute, una de las fundaciones más importantes para creadores independientes:

Todo el equipo debió vivir bajo las mismas limitaciones que los habitantes de Congo Mirador para poder filmar la película. Les tomó 7 años.

“Le solicitamos al Tribeca Film Institute los fondos para poder darle vida a esta historia, es un instituto que ha sido muy importante para el cine independiente latinoamericano. Le permite a gente como uno empezar estos proyectos. Eso nos dio la gasolina para iniciar”, explica la directora.

Gracias al financiamiento y a la pasión de su equipo por la historia, lograron sobrellevar las dificultades de la grabación para traer a la pantalla grande los testimonios de Congo Mirador.

La creación total de la película duró 7 años, en los que tanto ella como su equipo debían viajar hacia el Congo Mirador para seguir siendo testigos de su realidad: “Yo vivo en Austria, soy una más de la diáspora. El equipo de filmación y yo, viajábamos dos o tres veces al año y nos quedábamos de 2 a 4 semanas en los sitios”.

Para poder grabar, debían vivir tal como sus habitantes por semanas, padeciendo en carne propia la falta de servicios básicos y los desafíos de vivir sobre un pueblo de agua. “Tuvimos un acercamiento y una familiaridad que nos permitió penetrar en esas historias”, explica. Cada experiencia se ve plasmada en el film.

Los que habitaban en el pueblo, les abrían las puertas de su realidad por la necesidad que tenían de ser vistos y escuchados.

Un público ansioso por saber de Venezuela

Las condiciones de vida de los habitantes de Congo Mirador son verdaderamente sorprendentes. Es uno de los atractivos más grandes de Once Upon a Time in Venezuela.

Conocer el fenómeno de Venezuela se ha convertido en una necesidad para el exterior. Anabel refleja la realidad de nuestro país desde un punto de vista tan íntimo y sentido, que cualquiera puede entender la magnitud del problema. La claridad del mensaje se ve validada gracias a la extraordinaria respuesta internacional que ha tenido el film en su paseo por diferentes festivales.

“La respuesta internacional ha sido excelente. En Estados Unidos ha sido espectacular. Hay una compañía que la compró por streaming y esto es muy interesante, porque esta no es una película común. Tiene un lenguaje cinematográfico muy inusual para ellos. También recibió el premio del público en Minneapolis”, explica la directora.

Ha logrado el reconocimiento no solo de la audiencia, sino también, de críticos de diversas latitudes. Uno de los más exitosos, fue el premio del 20th Watch Docs Human Rights en el International Film Festival que se celebró en Polonia:

“Decidimos dar el premio a una historia conmovedora, excelentemente filmada y narrada de un pequeño y olvidado asentamiento, en algún lugar del lago de Maracaibo en Venezuela. A veces conmovedor, a veces triste, y por momentos alegre y edificante, de una comunidad dividida con personajes interesantes y multidimensionales que nos hacen reflexionar más profundamente sobre el mundo cambiante y las realidades políticas”, explicó el director artístico polaco Tomasz Kolankiewicz tras anunciar el premio.

Además, ha conseguido formar parte del cartel oficial del International Documentary Film Festival of Amsterdam (IDFA), del Sundance Film Festival y el DOC NYC (el festival de documentales más importante del mundo).

Un ejemplo de lo que puede ir mal

Once Upon a Time in Venezuela también muestra lo precarias que son las condiciones de vida de ese pueblo de agua que no tiene ni cañerías.

Conocer el “fenómeno Venezuela” se ha convertido en una necesidad por el momento político en el que se encuentra el mundo. Once Upon a Time in Venezuela – Congo Mirador, les da a los interesados un acercamiento crudo, real y hasta doloroso de lo graves que pueden llegar a ser los problemas económicos y sus consecuencias.

“Venezuela, solo la palabra Venezuela, se usa mucho dentro de la propaganda política en muchos sitios. Dicen «No queremos volvernos Venezuela. El socialismo y el comunismo arruina a los países y no queremos ser Venezuela”, algo así es el discurso. La gente tiene curiosidad de ver qué es lo que pasa, más allá de los medios de comunicación”, explica Anabel.

El éxito que ha tenido el film, nace de la necesidad de ver qué puede pasar si todo sale mal: “La película tiene sentido por el momento histórico que estamos viviendo. La gente está interesada en Venezuela. Ellos son las personas más vulnerables a las que me enfrenté en mi experiencia. Eso es lo que le pasa a la gran mayoría de los venezolanos que están en el país”, asegura.

Todo lo que se ve en pantalla, es un compendio de los problemas sociales, políticos y económicos que está viviendo Venezuela. “Ellos son la visión más radical de los problemas que vive el país”, ver el film es entender las consecuencias de todo lo que ha sucedido en las últimas dos décadas.

Una oportunidad para los Oscar

Los habitantes prestaban el apoyo porque querían salvar el pueblo que se estaba volviendo una laguna.

El mensaje tan claro que nos entrega Anabel Rodríguez Ríos en conjunto con todo su equipo de filmación con Once Upon a Time in Venezuela – Congo Mirador, tiene tanto poder que nos da esperanzas de participar en las nominaciones de los Premios de la Academia.

Según Topic, el servicio de streaming que se conoce por su búsqueda de “entretenimiento inteligente, provocativo y significativo”, la película tiene el potencial para figurar como una de las posibles nominaciones para los premios de La Academia 2021 para Mejor Película Internacional o Mejor Largometraje Documental. Para lograrlo, necesitan crear una campaña publicitaria exitosa.

“Hasta hace algunos años el gobierno venezolano financiaba las campañas publicitarias de las películas venezolanas que iban a los Oscar, en la actualidad no es así”, explica Claudia Lepage, productora del Film. Para que Venezuela tenga cabida en las nominaciones, debemos posicionarnos ante los ojos de 1.000 expertos que son los que seleccionan las películas preliminares de la premiación. Para poder ser más visibles, es necesario hacer publicidad.

«Para mi es la felicidad, esa es mi misión de vida, contar historias en Venezuela. Es complicado el tema de viajar, montar esos presupuestos, todo eso es una complicación. Pero es mi misión de vida, es una gran dicha poder hacerlo», explica Anabel.

“Estamos compitiendo con proyectos de Netflix, Amazon, y otras compañías que tienen 30, 40 veces nuestro presupuesto para las campañas”, explica Sepp Brudermann el guionista. “Esto no es solo el sueño de una cineasta, es el grito de un país”.

Para poder llegar a figurar en Los Oscar, necesitan nuestro apoyo. Si puedes donar, haz clic aquí. Además, han habilitado material POP de la película que puedes recibir en conjunto con tu donación.

Si quieres ver el film, está disponible en la plataforma de Trasnocho Cultural y en la plataforma de Gran Cine por poco menos de $2. Es un film que cambia la historia de nuestro país y todos debemos apoyarlos.

Puedes seguirlos en su cuenta de Twitter, su cuenta de Instagram o ver los contenidos actualizados de su página web.

Es una película que captura el declive de nuestro país y al mismo tiempo, muestra cómo la migración forzosa ha calado en la sociedad venezolana. Un testimonio crudo, doloroso y al mismo tiempo, extraordinario. ¡Toda una obra maestra! Gracias infinitas, todos somos Congo Mirador.

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