Aunque su presencia en este mundo no duró tanto como muchos quisieran, su imagen, su legado y su eterna luz siguen vigentes iluminando cada rincón de este planeta. Apreciada como la princesa del pueblo, el día de hoy estaría cumpliendo 60 años la eterna joven que se ganó el corazón de la realeza: Lady Diana. Y para conmemorar estas seis décadas, decidimos revivir sus mejores instantes a través de fotografías.
Un ícono que jamás será olvidado
Pareciera que fue ayer que veíamos su deslumbrante figura cautivar con cada paso, o que con su imponente presencia provocaba que cualquiera posara sus ojos sobre ella, pues de bella y humilde lo tenía todo para ser una verdadera reina. Tras 24 años de su muerte, Lady Di continúa siendo una gran referencia en términos como la moda, la realeza y un ejemplo a seguir para sus hijos.
Te puede interesar: ¿Se pudo salvar Lady Di? El médico que la atendió habla por primera vez: “Lo intentamos muchísimo”
Y es que, su fugaz vida estuvo enmarcada por momentos históricos, repletos de esperanza, enseñanzas y lecciones que han sido la base del crecimiento de sus dos hijos: Harry y William. Dos jóvenes que, para aquel entonces, estaban iniciando con su destino en este camino llamado vida y que, sin duda alguna, la trágica muerte de Diana será un hecho imposible de olvidar.
Sin embargo, su herencia ha sido tan inmortal que ni su ausencia física en este mundo podrá borrarla. Es por ello que, a continuación, nos trasladaremos a esa época dorada, en donde esa cálida, carismática y humana mujer logró cautivar el corazón del mundo entero.
1-La boda más apoteósica y romántica de la historia
En definitiva, el 29 de julio de 1981 es un instante para recordar, pues fue el escenario propicio para que las almas de Diana y el príncipe Carlos se unieran en una misma alianza. Luego de que sellaran su historia de amor en la catedral de San Pedro. Pero, el momento más emblemático fue ese beso que se dieron en el palacio de Buckingham ante miles de personas congregadas en el lugar.
2- Un baile entre estrellas
A finales del año 1985, los príncipes de Gales realizaron una visita oficial a Estados Unidos, momento en el que se encontraron con Ronald y Nancy Reagan. Pero, el instante que marcó pauta durante la velada fue cuando Lady Di bailó con John Travolta, todo con un derecho de carisma, actitud y elegancia.
3- Una madre entregada y vivaz
Luego de la llegada de sus dos hijos, a quienes trató de guiarlos por una vida normal, que ni ella ni su esposo pudieron vivir; Ladi Di participó en junio de 1989 en una carrera de madres de alumnos de Wtherby, la escuela a la que acudió el príncipe Guillermo. En la imagen se puede ver su naturalidad y audacia, elementos que se salían de los protocolos de la realeza.
4- Diana: una vocera de la humanidad
Una de las cosas que caracterizaron a la eterna princesa fue su trabajo humanitario, una faceta que se incrementó tras el divorcio con el príncipe Carlos. Fue así como en enero de 1997, se retrató a la joven de 36 años con un chaleco y máscara protectores, mientras realizaba un proceso de limpieza de minas antipersona en Huambo, Angola.
5- Un encuentro para recordar
En junio de 1997, Diana de Gales realizó un viaje a Nueva York, en donde casualmente se encontró con la madre Teresa de Calcuta. Dos íconos del momento reunidas en un mismo lugar, con un mismo sentimiento y en una sola imagen. Lamentablemente, ambas perecieron tan solo tres meses después de esta foto.
Te puede interesar:¿Diana era feliz? La triste historia de la princesa más querida del mundo
Estos son solo algunos de los mejores instantes que enmarcaron la vida de una joven que, con solo una sonrisa, obtuvo el respeto del pueblo, que con su perenne humildad logró trascender en la vida de muchos y que, con el pasar de los años, su legado sigue siendo un punto de referencia y de inspiración para quienes la admiran.
¡Salve reina! A aquella mujer que con astucia, picardía, elegancia y autenticidad, sembró en los corazones de muchos la verdadera esencia de una eterna reina. 60 años de una belleza inigualable que persistirá sin importar el tiempo que pase, un alma que vivirá por siempre entre nosotros.