¡23 talentos ejemplares! #10 Sofía Ímber la periodista venezolana que creó el Museo de Arte Contemporáneo

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Como parte de la celebración de nuestro 23 aniversario, seleccionamos a Sofía Ímber, periodista venezolana para que sea nuestro talento número 10. Aquí tienes todos los detalles de este talento ejemplar.

La resiliencia como bandera de vida

Soroca, Rumania, fue la tierra que la vio nacer en 1924. Como judíos, los miembros de su familia sufrieron graves persecuciones en su país natal y se encontraron en una situación económica complicada.

Por ello, sus padres – Naum Ímber y Ana Barú – no estaban preparados para recibir a un nuevo miembro en la familia. «Cuando yo nací nadie me deseaba. Y mi padre, que no era para nada religioso, dijo un buen día: ‘Dios nos la dio y Dios nos la debe quitar’. Pero mi mamá no quiso y me alimentó con cucharitas de té. Y resulta pues, que sobreviví», comentó Sofía Ímber en una entrevista.

Así, con tan solo seis años llegó con su familia a la tierra prometida: Venezuela. Aunque Gómez todavía gobernaba en el país, para los Ímber esta resultó una nación de paz.

En principio, a su madre le costó adaptarse a las costumbres venezolanas porque se aferraba a las rusas. «Siempre les inculcó que tenían que ser agradecidas con el país que las había recibido», aseguró Diego Arroyo Gil, escritor de la biografía «La señora Ímber. Genio y figura», a BBC.

Con 10 años, para ayudar a sus padres Sofía daba clases de ruso y tocaba el piano en el popular programa de Alberto Ravell en Radio Continente. Aunque los primeros años no fueron fáciles, lograron salir adelante.

En la búsqueda de su pasión

Al terminar el colegio ingresó a la universidad para estudiar Medicina junto a su hermana Lya. A pesar de que Lya se convirtió en la primera mujer graduada de médico en Venezuela, Sofía Ímber tenía otra pasión: el periodismo.

Tras tres años de estudio se retiró de la carrera y se formó como periodista, siendo parte de la primera promoción de periodistas egresados de la Universidad Central de Venezuela. De esta manera, consiguió un puesto fijo en el diario ‘Últimas Noticias’.

En este periódico estuvo bajo el mando de Óscar Yanes – periodista, cronista y escritor -, quien los encaminaba a veces no de la manera adecuada. «Nos hacía inventar historias truculentas cuando no había ninguna noticia que diera que hablar en la ciudad», explicó Sofía.

Un trabajo lleno de oportunidades y amores

Con reportajes y entrevistas en su camino, el amor tocó a su puerta cuando conoció a su primer esposo Guillermo Meneses, con quien tendría cuatro hijos: Sara, Daniela, Pedro y Adriana.

Ambos formaban parte del grupo de escritores y artistas que viajó a París en misión, ya que Meneses era subsecretario de la embajada de Venezuela en Francia. De esta manera, se abrieron paso a un mundo nuevo lleno de posibilidades,

«Mamá amaba París, creo que era la ciudad que más añoraba. En todas las ocasiones que la visitábamos juntas, sus recuerdos de años felices se agolpaban en su memoria. La belleza, los olores, la comida», escribe su hija Adriana Meneses en la Revista Estilo.

En la Ciudad del Amor, el matrimonio vivió una vida bohemia junto a artistas venezolanos de la vanguardia y exiliados políticos que coincidían con sus ideales de justicia social. Luego se trasladaron a Bélgica hasta que la vida los trajo de regreso a Venezuela, pero este fue el fin de su unión.

Poco después conoció a Carlos Rangel, periodista con el que se casó y trabajó por años en el exitoso programa televisivo ‘Buenos Días’. A su vez, la venezolana produjo y condujo el programa radial ‘La Venezuela Posible’.

Gracias a su trabajo, tuvo la oportunidad de entrevistar a personalidades excepcionales como Rómulo Betancourt, al escritor Arthur Miller, a Jorge Luis Borges, al español Felipe González y el israelí Shimon Peres.

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Un corazón artístico que lo cambió todo

El arte y Sofía Ímber eran uno. En el país, la periodista venezolana conocía las últimas tendencias y movimientos, y frecuentaba a prestigiosos artistas. Su hija Adriana recuerda en la Revista Estilo: «Recuerdo con especial cariño los viajes a las ferias de arte, a las galerías, a los talleres de artistas, esa manera de seducir, de mirar y mirar hasta conseguir la obra perfecta».

Su pasión por esta profesión la convirtió en la persona perfecta para encabezar el proyecto de creación de un museo de arte contemporáneo. Cuando las autoridades se le acercaron con la propuesta, Ímber respondió: «Denme un garaje y yo hago un museo».

Gracias a su compromiso se reunió una biblioteca especializada y se adquirieron las obras de la colección. Así, en 1974, el presidente Carlos Andrés Pérez inauguró el ‘Museo de Arte Contemporáneo de Caracas’, que para 1990 fue rebautizado como ‘Museo Sofía Ímber’.

Este recinto se convirtió en el mejor museo de arte contemporáneo de América Latina y la hizo acreedora de la Medalla Picasso de la Unesco, ya que la venezolana se había convertido en un ícono del arte y de la cultura en la región.

Su trabajo fue inalcanzable, consiguiendo una colección que superó las 4.000 obras en 17 salas de exposición. Por 28 años estuvo al frente del centro, hasta que el presidente Hugo Chávez la destituyó en 2001. «No tuve otro norte ni otra preocupación en mi vida que el museo. No me separaré de él nunca», dijo en una entrevista ese año.

Entregada en todas sus labores

Una mujer que nunca se detenía, «era un motor que no paraba nunca«. A pesar de todo su trabajo, siempre se dedicó a su familia y le enseñó a sus hijos el poder de lo bello, del buen arte, de la palabra y del amor.

«La gente puede pensar que una mujer que trabajaba obsesivamente, no podía ser buena madre, pero se equivocan, mamá también era una madre al 100%. En el colegio, en la universidad, e inclusive en mi vida de casada, con hijos, mi mamá fue una presencia constante. No hubo día que no me llamara y supiera lo que había hecho», afirmó Adriana Meneses en la Revista Estilo.

El amar y vivir con pasión eran sus «no negociables». Las medias tintas para Ímber no existían. Aunque la Alondra – nombre con el que designaba los ataques de pánico y angustia que sufría – la atacó por muchos años en el exilio, la mujer venezolana buscó ayuda a través del psicoanálisis y se sintió salvada por la concepción.

Una mujer luchadora y adelantada a su tiempo, fiel a sus tradiciones y sin miedo a luchar por los derechos de las minorías y lo que era correcto. «Muchas veces pudo haberse dado el lujo de acomodarse, de sentir que había llegado, logrado suficiente, pero su motor interno nunca se lo permitiría. Cada día era una lucha«, expresó Adriana Meneses en la Revista Estilo.

Su país

¿Era venezolana o no? Sofía Ímber nunca tuvo este dilema. «Ella decía que era absolutamente venezolana y se molestaba cuando alguien asomaba la idea de que era extranjera. Esa palabra no existía en su vocabulario», manifestó Arroyo.

A pesar de haber nacido en Rusia, nunca volvió, ni siquiera al recibir invitaciones de embajadores y presidentes al ser famosa. Tras la muerte de hijo mejor y la estancia de sus hijas en el exterior no la llevaron a pensar en abandonar a Venezuela. «Es que no hay cielos como los de Caracas […] Esta es mi casa. Este es mi país», le decía Sofía a Arroyo.

Pese a que pasó varias temporadas de vacaciones en Miami – donde vivía una de sus hijas -, siempre regresaba a su tierra amada. En uno de sus retornos falleció tras sufrir una neumonía severa en 2017.

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