Uno de los pilares de la poesía a nivel mundial. Emily Dickinson fue una prolífica escritora en la intimidad de su hogar que dedicó su vida a la escritura. Aunque decidió permanecer en el anonimato, fue una de las primeras mujeres a quien se le reconoció su trabajo como poeta. Aquí todos los detalles.
Una mujer enigmática y solitaria
Aunque no era su actividad favorita, Emily Dickinson destacó en los estudios desde pequeña y decidió aprender sobre naturaleza y astronomía.
Por ello, siempre llevaba consigo un cuaderno de campo en el que anotaba las cualidades de las flores de su jardín.
Luego se interesó por la escritura e incursionó en este camino, pero el inicio de su carrera la llevó a mantenerse en el anonimato.
Para producir sus obras, Emily se escondía en su habitación y pasaba días en completa soledad, el aislamiento era su terapia.
La promotora de su trabajo
La hermana de Emily, Lavinia
La poeta tenía una conexión con su hermana menor, Lavinia Norcross. En sus momentos de aislamiento, ella era la única que podía romperlos. Así, se convirtió en su mejor amiga y confidente.
A su vez, Lavinia fue quien descubrió las obras de la poetisa. A pesar de no ser partidaria de compartir sus textos con el mundo, su hermana encontró más de 1.800 poemas en su cuarto.
Impactada por la calidad de sus obras, se convirtió en la primera compiladora y editora de su trabajo.
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Una crianza plasmada en sus poemas
Su familia nació en una familia de abolengo de Nueva Inglaterra, pero sus ancestros llegaron en la primera ola de inmigrantes puritanos a Estados Unidos.
De esta manera, lograron adquirir importantes puestos para la sociedad en crecimiento: su abuelo fue secretario del Ayuntamiento y su padre representante en la Cámara de Diputados de Massachusetts.
La lucha entre posturas políticas, la influencia social y la enseñanza puritana de la familia Dickinson en el noreste del país marcaron la obra de la poeta.
Muchos de sus poemas tienen un peso histórico y resultan imprescindibles para comprender la poesía contemporánea.
El inicio de la reclusión
En 1862 su vida cambió: decidió recluirse completamente en su habitación para dedicarse a escribir y escondiéndose de la muerte inminente.
En esta soledad encontraba consuelo y se cerró completamente: evadía el contacto con el público, hablaba a través de la puerta de su cuarto y no recibía visitas.
Las pocas veces que decidía salir, Emily Dickinson disfrutaba del jardín y no aceptaba compañía: le gustaban las flores y los atardeceres.
También comenzó a vestirse de blanco – para ella representaba la pasión, la pureza y la intensidad – con largos vestidos de algodón.
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Un final devastador
Aunque Emily Dickinson murió de nefritis – una enfermedad en los riñones -, la depresión la afectó enormemente: había pasado los últimos años recluida en su habitación ahogándose en la tristeza.
Su única alegría era su sobrino, hijo de su hermano mayor, pero el pequeño murió de una enfermedad desconocida por lo que la escritora se desbalanceó y murió poco tiempo después.