¿A qué olía Frida Kahlo? Un recorrido por el ritual de coquetería de la artista

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Excéntrica y artista por donde la mires, Frida Kahlo creó sus propios estándares de belleza. Con sus cejas pobladas, vestidos coloridos y coronas de flores, diseñó una ‘marca personal’ que además de ser un homenaje a México, sigue marcando tendencias años después de su muerte. Gracias a los curadores de ‘La Casa Azul’, podemos hacer un recorrido por el ritual de belleza de la surrealista mexicana que sigue conquistando al mundo con su personalidad.

¿Cómo se cuidaba la piel?

Uno de las ventajas que tenemos para conocer más de cerca a Frida, es que gran parte de sus utensilios personales quedaron en su casa. La famosa ‘Casa Azul’ resguarda testimonios íntimos de su vida, hasta el punto de saber cuál era su rutina facial.

En su mesa de noche no podía faltar la crema Ponds. La más clásica de todas la “crema S”: pote blanco con tapa azul. La crema es originaria de 1846 y fue creada por el farmaceuta estadounidense Theron T. Pond.

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La fórmula originaria, tenía solo extractos de Hamamelis, una flor con propiedades para la piel. En un principio, se vendió como crema para cortaduras e irritaciones, pero con el paso del tiempo Pond modificó la fórmula y comenzó a comercializarla para el cuidado facial. Fue todo un éxito.

Hoy, la fórmula cuenta con extracto de manzana, algas marinas y otros componentes hidratantes.

¿Frida se maquillaba?

Su maquillaje forma parte de una colección itinerante que viaja de museo en museo para dar a conocer las intimidades de Kahlo.

Su coquetería era parte de su personalidad. Siempre colorida y llena de flores, Frida Kahlo no dejó que su dolor bloqueara su expresión. Hasta los corsets que debía usar por su accidente, los decoraba para que lucieran bonitos. El maquillaje formaba parte de su rutina, pero de forma muy sencilla.

La mayor producción –por no decir en su totalidad- artística de Frida fueron autorretratos. En lugar de querer cambiar su apariencia, quería solo darle vida y color con el maquillaje, como hacía con sus lienzos.

Gracias a una exposición hecha en el Museo de Brooklyn llamada Appeareances can be deceiving, (las apariencias engañan) tuvimos un acercamiento a 3 productos esenciales en su rutina de belleza:

Labial “Everything Rosy”: un tono rosado con subtono rojo que le daba vida a su boca. El tono sigue disponible en la línea de Revlon en $8.

Delineador de cejas color Ebony: El rasgo físico más representativo de Frida, son sus cejas. Y aunque se las criticaron muchísimo, ella las amaba. En lugar de cambiarles la forma, buscaba acentuarlas todavía más con un creyón negro muy fuerte y cremoso.

Rubor “clear red”: lo que más llama la atención de su maquillaje, es el color de su rubor: es un fuchsia Barbie extremadamente fuerte. Su versión era de Revlon y la marca todavía lo tiene disponible en $11..

¿A qué olía Frida Kahlo?

Escudriñar en las pertenencias de una artista tan reconocida, es todo un guilty pleasure. Además de saber cómo se vestía, cómo pensaba y cómo se veía, también podemos averiguar a qué olía.

Su perfume es tan exótico como su forma de vestir y sus coronas de flores. Inspirado en la esposa del emperador de la India y los jardines de Shalimar (que son de la realeza), Jacques Guerlain, el perfumista francés más famoso del siglo XX, diseñó la fragancia.

Shalimar, es el nombre del perfume que eligió llevar Frida durante años.

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“Con su carácter apasionado y ligeramente insolente, esta fragancia oriental emblemática en la historia de la perfumería encarna la sensualidad de la caricia con un toque de lo prohibido”, explica la página web del perfume.

La descripción de la fragancia parece ir a la perfección con la personalidad de Frida Kahlo. «Llevar Shalimar es dejarse dominar por los sentidos», afirmó su creador.

¿A qué huele exactamente? La descripción oficial dice: “Las notas de salida suscitan una ilusión de flores y bergamota con una brisa fresca. La nota de corazón es cálida gracias a las envolventes y delicadas notas empolvadas del lirio, el jazmín y la rosa. Por último, la presencia de vainilla, notas aromáticas maduradas y la calidez golosa del haba tonka crean la sinfonía sensual que desprende la estela”.

¡Una divinidad!

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