En los últimos días se ha suscitado una gran ola de críticas entorno a la corona británica, luego de que el príncipe Carlos y su esposa Camilla visitaran la Habana Cuba, siendo la primera vez en 64 años que, un miembro de la familia real de Gran Bretaña pisara suelo cubano, tras el régimen de Fidel Castro que dominó la isla por 60 años.
Durante el tiempo que estuvo Castro en el poder de Cuba, ni la reina Isabel II ni ningún otro miembro de la familia real británica fueron a la isla en un viaje oficial, hasta hace unos días, que el heredero a la corona aterrizara a La Habana en compañía de su esposa, con la finalidad de realizar una visita de tres días, como marco de su última etapa del viaje de 12 días que la pareja ha realizado por el Caribe. A su vez, el objetivo de esta visita era para exaltar la creciente relación bilateral entre Gran Bretaña y Cuba, con respecto a sus vínculos culturales.
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Es importante recalcar que el último de la familia real en visitar Cuba fue el duque de Windsor, quien disfrutó de unas vacaciones con su esposa, Wallis Simpson, en 1955. Eduardo VII, el rey que abdicó para contraer nupcias con una mujer divorciada, encontró un refugio en La Habana de los años 50.
Durante su visita, el príncipe Carlos y Camilla recorrieron los sitios más históricos del mentado país, como en la conocida plaza de la Revolución, en el casco histórico y en la zona especial de desarrollo del Mariel. Sin embargo, este viaje le ha costado caro a la realeza británica, pues diferentes países han pronunciado su desacuerdo por la estrecha relación que mantiene Cuba con Venezuela, país que en la actualidad atraviesa una crisis humanitaria.
No obstante, de acuerdo informó Andrew Lewer, miembro del Parlamento del Reino Unido para el gobernante Partido Conservador, el viaje que realizó el príncipe y su esposa fue una decisión tomada por el gobierno británico: «La familia real no toma estas decisiones. Es la Oficina de Relaciones Exteriores, por lo que a la familia real no se le debe culpar por esto. Nuestros amigos en Estados Unidos, los muchos cubanos en Florida, se sentirán perplejos al ver a la familia real británica que realiza una visita, siguiendo una gira, mirando alrededor del lugar, en un momento en que estos actos despreciables están teniendo lugar».
A su vez, la intervención de la monarquía británica al país caribeño se ha utilizado durante mucho tiempo como una herramienta diplomática por el gobierno del Reino Unido y, en esta ocasión, la Oficina de Relaciones Exteriores del mentado país reiteró que esta visita fue estratégica: «Esto es parte de nuestro enfoque de larga data hacia un compromiso de Cuba y un diálogo franco sobre los temas que nos dividen como los derechos humanos, pero también el compromiso hacia el progreso en los asuntos que nos unen».
De igual forma, el Senador estadounidense Rick Scott se dirigió a la primera ministra británica Theresa May para protestar por la visita real: «¿Por qué querría el gobierno británico reconocer a Juan Guaidó como nuevo presidente de Venezuela cuando todos sabemos que el régimen de Castro es el que apuntala a Maduro, el dictador de Venezuela… y al mismo tiempo, ¿el príncipe, que tiene una increíble influencia mundial, va a apuntalar al régimen?».
Finalmente, aunque sea tomado como una estrategia, el Reino Unido no está en una buena posición para intervenir en una polémica social que ha abarcado a distintos países, principalmente a Estados Unidos, pues el país británico está en busca de acuerdos comerciales posteriores al brexit, y es improbable que Donald Trump, Presidente de USA, comprenda lo que está planeando la nación europea.