Hemos escuchado millones de veces cuáles son los beneficios de meditar. Además de ayudarte a cambiar tu forma de afrontar la vida, la meditación tiene un poder extraordinario para bajar el estrés y la ansiedad del día a día. Por más de que es súper común, que salga exitosa es todo un reto. Aquí te contamos el secreto para que lo logres.
Dile adiós a la mente del mono
¿Habías escuchado ese término? La mente del mono o en inglés, monkey mind, es ese estado mental en el que nuestros pensamientos revolotean de un lado a otro sin que los podamos controlar. Tal como un mono.
Lo más desafiante al momento de hacer una meditación, es controlar nuestras ideas. Al momento de cerrar los ojos, ya son 100 mil ideas diferentes las que nos llegan a la cabeza. Desde responsabilidades tontas del hogar como “¿Será que saqué el pollo a descongelar?” hasta vidas hipotéticas como “Si viviese en Italia, viviría en vestidos de flores”. Te aseguro que si has tratado de meditar, seguramente te ha pasado.
¿Cómo lograr callar la mente? Usando tu imaginación. Cuando todas las ideas comiencen a revolotear como locas, imagínate que tu mente es una pantalla y que las ideas son nuevas pestañas en el navegador. Cuando llegue, simplemente cierra la pestaña y si tiene mucho sonido, imagínate que le estás bajando el volumen.
Puede que te suene tonto y hasta no creas en su efectividad, pero nuestra mente es 100% visual y al darle una dirección que conoce, no le queda más remedio que obedecer.
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El truco más importante
Estamos acostumbrados que cuando hablamos de meditación, cerramos los ojos y nos vamos a algún lugar feliz. O comenzamos a imaginar mil escenarios distintos llenos de luces y detalles. Eso es un error.
La clave de la meditación es darle tu atención completa y absoluta a tu respiración. Sí, solo eso. Tienes que prestarle atención a los cambios de tu cuerpo cuando respiras: cómo se siente el aire frío en tu nariz, cómo sale estando caliente, cómo se expande tu pecho y tu barriga, cómo te quedas vacío y plano al exhalar. Cada detalle importa.
La respiración es la maestra de la meditación, pero no es una respiración súper profunda y forzada, no. Lo único que tienes que hacer es respirar normalmente pero tomando en cuenta cuáles son los cambios que produce en tu cuerpo.
Para tener una meditación exitosa, solo debes entregarle a tu cuerpo unos minutos de absoluta atención y verás cómo lo logras. No escuches a tu mente, redirige la atención a las sensaciones de tu respiración y todo se te hará sencillo.
¡Nos cuentas cómo te va dominando al mono!