¡Mentes brillantes! 5 mujeres INCREÍBLES que cambiaron la ciencia por completo

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Todos los 11 de febrero se celebra el ‘Día internacional de la mujer y la niña en la ciencia’, una iniciativa de las Naciones Unidas bajo la premisa de: » Para estar a la altura de los desafíos del siglo XXI, necesitamos aprovechar todo nuestro potencial. Ese esfuerzo exige desmontar los estereotipos de género. En este Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, hemos de asumir el compromiso de poner fin al desequilibrio de género en esta disciplina». Aquí, te dejamos 5 científicas increíbles para que entiendas el PODER que ha tenido la mujer en la historia de la ciencia:

Emilie du Chaletet, la mujer que tradujo a Newton

Emilie du Chatelet, es una de las primeras científicas de la historia. Comenzó su pasión por la ciencia estudiando matemáticas -a escondidas- y sintió una atracción imposible de ignorar por el campo de la física. Desarrolló una personalidad muy fuerte y cautivadora, no temía dar su opinión y luchaba por sus derechos como mujer: “Si yo fuera el rey, reformaría un abuso que condena por así decir a la mitad del género humano… Haría participar a las mujeres en todos los derechos de la humanidad y sobre todo en los del intelecto… Estoy persuadida de que muchas mujeres o ignoran sus talentos, por el vicio de su educación, o los esconden por prejuicio y falta de coraje en su espíritu», cita en uno de sus libros.

Su obra más importante, fue una traducción de la obra de Isaac Newton

Su libro “Institutions de Phisique” fue lo que la catapultó a la fama y le dio el reconocimiento que tanto buscaba en el mundo científico. El libro es una traducción de los trabajos de Isaac Newton, con comentarios, teorías y fórmulas personales que modifican muchas de las creencias del físico.

Sorprendentemente, el libro lo escribió para poder tener un material más actualizado y fácil de entender a la hora de enseñarle física a uno de sus hijos. Unió las teorías de Newton con las de Leibniz y explicó sus propios pensamientos, hoy día siguen vigentes y admirados por el mundo científico. 

Caroline Herschel, la mujer que descubrió un cometa

Su historia comenzó gracias a su hermano. Ella vivía en casa de sus padres y él, pidió que lo acompañara a la ciudad para unos proyectos personales. En un principio era su ayudante en el laboratorio de astronomía -que era la ciencia que él estudiaba-. Poco tiempo después, entendió que su verdadera pasión y sus verdaderos talentos residían en el análisis del cielo.

Comenzó a transformar y construir telescopios, a estudiar los movimientos de las estrellas. Su visión fue tan talentosa que se convirtió en la primera mujer en descubrir un cometa (descubrió ocho en total) y la primera en publicar su trabajo en la Royal Society, una de las revistas más importantes de la época.

También fue la primera mujer británica en recibir un pago por su trabajo científico, cuando William, quien había sido nombrado astrónomo personal del rey después de su descubrimiento de Urano en 1781, persuadió a su mecenas para que recompensara a su asistente con un salario anual.

Después de la muerte de William en 1822, Caroline abandonó la ciudad pero no su trabajo científico. Murió a los 97 años y de sus trabajos, nos queda el cúmulo de más de 2.500 estelares que descubrió. Vivió siempre para las estrellas.

Mary Somerville, la reina de la ciencia

Es considerada ‘la reina de las ciencias del siglo XIX’. Su interés por las matemáticas comenzó desde muy temprano. Pese a las limitaciones de la época -en la que las mujeres no podían estudiar-, se las arregló para educarse en el área de las ciencias. Tenía tanto talento, que se asignó la traducción de ‘La mécanica celeste’ de Pierre-Simon Laplace, uno de los científicos más importantes de la época y lo hizo de forma magistral.

En la traducción del libro, anexó también diferentes descubrimientos personales que la posicionaron como toda una mente brillante en la sociedad de académicos de París. Lo que la catapultó a la fama, fue su libro The conection of the physical sciencies, que publicó en 1834. Todos sus análisis giraron en torno a la órbita de Urano y fue su investigación, la que dio pie a que se descubriera Neptuno. Es simplemente maravillosa.

En los últimos días de su vida escribió: «Tengo 92 años…, mi memoria para los acontecimientos ordinarios es débil, pero no para las matemáticas o las experiencias científicas. Todavía soy capaz de leer libros de  álgebra  superior durante cuatro o cinco horas por la mañana, e incluso de resolver problemas».

Todo un ícono de la ciencia.

Mary Annings , la mujer que descubrió dinosauros

Un día cualquiera, estaba la pequeña Mary de 11 años con su hermano en la playa cuando consiguió en el agua lo que pensó que era el cadáver de un cocodrilo. Le causó tanta impresión, que quiso desenterrarlo y estudiarlo. Con ayuda de su familia, desenterró aquel misterioso cadáver que terminó siendo un cráneo y 60 vértebras. La curiosidad que sentía por lo que había descubierto le transformaron completamente la vida y decidió dedicarse a la búsqueda de fósiles.

Lo que encontró ese día en la playa, no era un cocodrilo, sino un Ichthyosaurus, también conocido como pez lagarto, uno de los dinosaurios más antiguos de la historia. Además de los ictiosaurios, encontró plesiosaurios de cuello largo, un pterodáctilo y cientos, posiblemente miles, de otros fósiles que ayudaron a los científicos a dibujar una imagen del mundo marino hace 200 millones a 140 millones de años durante el Jurásico.

Lo más importante de sus descubrimientos, es que Mary jamás tuvo formación formal, pero se dedicó a estudiar por su cuenta de paleontología y botánica. Se volvió tan experta, que cientos de científicos de todas partes del mundo viajaron a buscarla para analizar fósiles y buscar nuevos ejemplares. Sus descubrimientos siguen vigentes y sentaron las bases de muchas de las cosas que sabemos de los dinosaurios hoy.

María Mitchell, la mujer que guiaba barcos de ballenas

Comenzó su interés en el mundo de la astrología gracias al trabajo de su padre. Juntos vivían en una isla pesquera en Massachusetts donde la caza de ballenas era la fuente principal de ingresos. Para poder entrar en altamar, los barcos necesitaban de instrumentos astronómicos para no perder el rumbo y tanto Mitchell como su padre, se encargaban de armarlos. La niña aprendió tan rápido y hacía cálculos tan precisos, que al poco tiempo tomó el trabajo de su padre.

Era una mente brillante, logró calcular con una exactitud escalofriante la longitud en la que un eclipse se encontraba de su casa. Con solo 17 años, entendió que tenía el poder de enseñar y sin cumplir los 18, ya había comenzado su propia escuela para niñas, enseñándoles ciencias y matemáticas.

Mitchell se disparó a la vanguardia de la astronomía estadounidense en 1847 cuando vio una veta borrosa, un cometa, a través de su telescopio. Fue honrada en todo el mundo, ganando una medalla del rey de Dinamarca, y se convirtió en la primera mujer en ser elegida para la Academia Americana de las Artes y las Ciencias.

 En 1857 Mitchell viajó a Europa, donde visitó observatorios y se reunió con intelectuales, incluida Mary Somerville. Mitchell escribiría: “No pude evitar admirarla como mujer. El ascenso del empinado y accidentado camino de la ciencia no la ha dejado apta para el círculo del salón; las horas de dedicación a estudiar de cerca no han sido incompatibles con los deberes de esposa y madre ”.

¡Una mujer histórica!

Si quieres saber más sobre esta iniciativa de la UN, haz clic aquí.

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