Como parte de la celebración de nuestro 23 aniversario, seleccionamos a Mónica Kobiakov, ingeniero y madre venezolana que enaltece a Venezuela con su libro ‘Mis Primeras Palabras Venezolanas‘ para que sea nuestro talento número 16. Aquí tienes todos los detalles de este talento ejemplar.
Más criolla que la arepa
Una venezolana con muchas nacionalidades, pero ninguna le quita su amor por Venezuela. Mónica Kobiakov es hija de un padre austríaco – hijo de checa y ruso – y de madre venezolana – hija de italianos.
Con dos hijos, sus abuelos paternos salieron de Europa en búsqueda de un futuro mejor, por lo que se establecieron en Brasil. Al contar con un tercer hijo, escogieron Venezuela como su segunda patria.
En el caso de su familia materna, Italia era su tierra de origen, pero decidieron establecerse en Venezuela. Así, Kobiakov creció en Caracas, mientras viajaba por diferentes regiones del país – Puerto Ordaz, Maracay, Maracaibo – para visitar a familiares.
Hasta los 10 años vivió en Venezuela, pero se mudó a Santo Domingo. Su familia decidió regresar cuando le tocaba ingresar a la universidad, por lo que estudió su carrera y se fue a Italia al graduarse.
A pesar de ello, Mónica se identifica con el país: «Si tengo que definir a mi familia (mi papá, mi mamá, mi hermano y yo), diría que somos venezolanos. Depende mucho del punto de vista de cada quién, me acuerdo que cuando empecé la universidad en Caracas, estábamos llegando luego de vivir 6 años fuera y muchos compañeros me echaban broma y me decían gringa. En cambio en Roma, entre mis amigos españoles yo soy super venezolana. Es cómico».
Culturas que cambian la vida
Desde muy pequeña se acostumbró a viajar de un lugar a otro. Y a pesar de sentir nostalgia, Mónica Kobiakov se emociona cada vez que cambia de ciudad, y disfruta de los primeros logros y las adaptaciones iniciales.
«He aprendido mucho en cada lugar. Además de idiomas, he conocido personas de todas partes. Todas me han enseñado algo, he disfrutado sus costumbres, sus comidas, su forma de vida«, explicó.
De esta manera, la venezolana ha aprendido a ver lo bueno en la diversidad, siendo una de sus partes favoritas el lenguaje: «Me encantan las diferencias del castellano de cada país. El otro día me reía con una amiga de Málaga porque yo digo ‘el coliflor’ y no me sale natural decir ‘la coliflor’. Y ya sé, según la RAE – Real Academia Española – es la coliflor».
Aunque le gusta cambiar de aires, la venezolana no puede pasar mucho tiempo sin reunirse con su familia a donde sea que vaya, sin importar que no sea lo mismo hacerlo en un país o en otro. «Los reencuentros son muy importantes cuando vives lejos de tu país. […] Hacemos todo lo posible por vernos por lo menos una vez al año. También me hace feliz que mi que mi hija comparta con su lado venezolano. Por ahora no sé cual será el país que la haga sentir más en casa, seguro tendrá varios», comentó.
De lo divertido del lenguaje nace una idea
Cuando Mónica se mudó a Santo Domingo – dónde vivió dos años de pequeña – disfrutó de la variedad de palabras entre los dominicanos y los venezolanos. Luego, al mudarse a España le pasó lo mismo
Con la llegada de Mila en 2014 a Roma, Italia, – lugar en el que ha vivido Mónica desde hace 13 años -, Kbiakov y su papá Luca decidieron inscribirla en un colegio español en el que sus profesoras y la mayoría de sus compañeros comparten el idioma. Por este motivo, Mila aprendió a hablar mejor el idioma y se adaptó al vocabulario.
Al notar que su hija empezó a hablar como una española, la escritora de ‘Mis Primeras Palabras Venezolanas‘ quiso que se familiarizara con los venezolanismos y pensó en escribir un libro que ayudara a los niños a aprender las palabras únicas de los venezolanos de forma fácil.
«Ahora que es un poco más grande habla con acento italiano, conjuga los verbos como española, pronuncia las zetas como nosotros los latinos, y dice suspiritos y coleto. Tiene una mezcla linda«, afirma Kobiakov sobre Mila.
Te podría interesar: ¡23 talentos ejemplares! #13 ¿Quién es Rafael Cadenas? Todo lo que debes saber sobre este poeta venezolano ICÓNICO
Un libro infantil diferente
WhatsApp se convirtió en la mejor vía para ponerse de acuerdo con su hermano morocho para dar forma a ‘Mis Primeras Palabras Venezolanas‘. Como Mónica Kobiakov, su hermano morocho comparte el sentimiento al escuchar a sus hijos hablar con un idioma diferente al venezolano.
Así, empezaron un proceso largo: «Fue súper divertido empezar con listas y listas de palabras, hablar con mi hermano por teléfono, intentar agruparlas en categorías, investigar sobre los estándares de las imprentas […]».
Juntos lograron dar con 55 palabras típicas de los venezolanos – la mayoría de uso exclusivo en Venezuela – y algunas compartidas con otros países como arepa.
Algunas de las palabras con las que cuenta el libro infantil son: jojoto, patilla, parchita, cambur, chipi chipi, perinola, gurrufio, pipote, ponchera, coleto y matero.
Este dúo no se quedó únicamente con las palabras, sino que también pensaron en una presentación diferente y llamativa para los niños. Por ello, Mónica y Mila se unieron para hacer las fotos en un estudio casero. «[…] comprar ingredientes, cocinar nuestros platos típicos… Desde intentar que no se rompieran las empanadas para hacerles la foto – las tuve que hacer mínimas porque todas se me abrían -, hasta buscar una gandola de juguete – que como siempre, uno cree que se encuentra fácilmente en cualquier juguetería y terminé llamando a todo el mundo para que buscara entre los carritos de sus hijos -«, contó entre risas.
Una vez conseguidas las fotos, la venezolana utilizó sus conocimientos básicos en software de diseño para maquetar el libro: «Todo el proceso fue emocionante. Me acuerdo los nervios de cuando mandé el archivo final, revisando que no me hubiera comido una letra por ningún lado».
Su hermano y cuñada hicieron el de Animales venezolanos. Este es el segundo de la serie que editan, pero ahora con ilustraciones. El libro cuenta con el tucusito, el mapurite, el guácharo…
Mantener las raíces
A pesar de haber vivido en tantos lugares diferentes y al ser madre de una niña pequeña, Mónica Kobiakov procura preservar sus costumbres venezolanas. Junto a Mila se aprende y canta música tradicional del país, además de leer cuentos venezolanos y hacer manualidades.
Además, la joven tiene la suerte de contar con una familia unida que ama unirse por el mundo: «Celebramos los reencuentros alrededor de mesas con comida venezolana. Desayunos con arepas, meriendas con tequeños, empanadas, bocadillos de guayaba; cumpleaños con torta, gelatina y quesillo; Navidades con hallacas, pernil, ensalada de gallina y pan de jamón… A todos los niños de la familia, como a todo el mundo, les encanta».
Aunque ser madre ya es un reto, ser inmigrante le agrega el doble de complejidad. Por ello, Mónica recomienda aceptar las cosas que no se pueden cambiar y agradecer las ventajas que ofrecen el WhatsApp: «Las tarjetas de llamadas internacionales que tenía que comprar antes, con el montón de numeritos, con los minutos contados, eso sí que era un reto».
Preguntas rápidas con Mónica Kobiakov
- ¿Qué cosa típica venezolana sientes que jamás encontrarás en otro país?: «No hay nada como comerse una empanada en una playa en Venezuela, admirar a la señora mientras amasa debajo de una palmera, esperar descalza viendo el caldero hirviendo y el colador full de empanadas con las puntas tostaditas tratando de descifrar cuál va a ser la tuya… Lo máximo».
- ¿Qué es lo que más extrañas del país?: «Las vacaciones en Margarita con todos los primos. [….] Además, mi hija sueña con ir a Margarita, acostarse en un chinchorro entre dos palmeras y tomarse un coco frío. Creo que este verano, por fin, lo vamos a lograr».
- ¿Qué amarías que conociera tu hija en Venezuela?: «Como le fascina la música también, me encantaría que aprendiera a tocar cuatro. Ya lo tenemos, pero yo no sé tocar».
- ¿Cuál es tu palabra favorita del venezolano?: «No se podía poner en el libro. Una de ellas es ‘ladilla’ – ¡Ojo! Esta no está en el libro -, pero no es una característica de nuestra cultura. Los venezolanos somos muy pilas y trabajadores, solo que hay algo en esa palabra que no he encontrado en otro idioma».
- Actividad favorita: «Me gusta mucho caminar, si puedo voy caminando a todas partes».