Atchison, Kansas, Estados Unidos, vio nacer – el 24 de junio de 1897 – a la piloto de avión más famosa de la historia. Amelia Earhart se hizo famosa mundialmente por su espíritu aventurero, que la llevó a protagonizar algunos de los hitos más importantes de la aviación en la época. Aquí los detalles más relevantes de la vida de esta pionera.
Un crecimiento sin complicaciones
Amelia Earhart tuvo una infancia feliz y llena de comodidades. Sus primeros años de vida transcurrieron en Atchison, su localidad natal en la que estuvo al cuidado de sus abuelos.
Sin embargo, la errática vida laboral de su padre, los constantes viajes de la familia y la inseguridad económica llevaron a su madre a abandonar a su esposo para partir rumbo a Chicago acompañada de Amelia y su hermana Muriel.
Una pionera en la aviación de la época
Con la llegada de la Primera Guerra Mundial, Amelia y Muriel viajaron a Canadá como enfermeras voluntarias para atender a los pilotos heridos en combate. Tras visitar el Cuerpo Aéreo Real – la fuerza aérea británica -, la idea de convertirse en piloto de aviones comenzó a tomar su mente.
Para 1920, su familia decidió trasladarse a vivir a California. Allí, la mujer asistió a un espectáculo aéreo y tuvo la oportunidad de sobrevolar la ciudad de Los Ángeles.
«Cuando ascendí hasta los sesenta o noventa metros supe que tenía que volar», comentó tras su su primera experiencia de vuelo tras una ascensión de diez minutos el 28 de diciembre de 1920 en compañía del piloto Frank Hawks.
Este acercamiento la llevó a convertirse en piloto de avión bajo la tutela de otra pionera en el mundo de la aviación, Neta Snook.
Al cumplir su propósito, a finales de 1922, Amelia Earhart compró su primer aeroplano – al que llamó El Canario -. Con este consiguió establecer su primer récord de altura al volar a 14.000 pies (4.226 metros).
Su salto a la fama
Luego de conseguir su licencia como piloto en 1923 y entrar a formar parte de la Asociación Aeronáutica Internacional en 1927, Amelia Earhart empezó a ser reconocida como uno de los mejores pilotos estadounidenses.
Ese mismo año – 1927 -, el editor George P. Putnam – con quien se terminaría casando – recibió el encargo por parte de Amy Guest de organizar el primer vuelo femenino sobre el Atlántico.
En principio, Amy iba a ser la encargada de realizar el vuelo, pero, tras ser disuadida por su familia, decidió buscar a alguna joven piloto para que pudiera llevar a cabo dicha empresa.
Para 1928, Earhart recibió la oferta de formar parte de la tripulación junto con el piloto Wilmer Stultz y el mecánico Louis Gordon. De este modo, se convirtió en la primera mujer en cruzar el Atlántico a bordo de un Fokker FVII – bautizado con el nombre de Friendship – y tras un vuelo de 20 horas y 40 minutos.
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Aceptando nuevos retos
Su logro la transformó en una celebridad que rivalizaba con las estrellas de Holywood. Durante los siguientes meses, Amelia Earhart realizó varios vuelos como el que la llevó de Los Ángeles (California) a Newark (Nueva Jersey).
Dada su popularidad, la piloto promovió el uso comercial de la aviación y defendió la incorporación de las mujeres a este nuevo campo profesional.
Para enero de 1935, Amelia viajó en solitario entre Honolulú (Hawái) y Oakland (California), llegando a recorrer una distancia superior a la existente entre Estados Unidos y Europa.
De esta manera, se convirtió en el primer piloto en completar con éxito este difícil trayecto sobre aguas del Pacífico, ya que los anteriores intentos habían acabado en fracaso.
A su vez, estableció un nuevo récord de velocidad al realizar un vuelo sin escalas, de más de 14 horas entre Ciudad de México y Nueva York.
Su último vuelo
En 1937, la piloto anunció que intentaría dar la vuelta al mundo utilizando una ruta distinta a la habitual. Hasta ese momento, los vuelos se realizaban en etapas cortas a través de los cielos del hemisferio norte.
Sin embargo, Amelia Earhart quería circunvolar el globo en un bimotor Lockheed Electra 10-E siguiendo la línea del ecuador. Este viaje lo realizaría junto a su copiloto y navegante, el capitán estadounidense Frederick J. Noonan.
«Nunca interrumpas a alguien haciendo algo que tú dijiste que no se podía hacer», declaró antes de su partida. El viaje inició el 1 de junio de 1937 desde Miami (Florida) hasta San Juan de Puerto Rico. Desde allí volaron a Caripito, al este de Venezuela, siguiendo hacía África y el mar Rojo.
Luego, emprendieron un vuelo inédito en la historia de la aviación: se dirigieron a Karachi, la capital de Pakistán, y el 17 de junio pusieron rumbo a Calcuta. Posteriormente su destinos fueron Rangún, Bangkok, Singapur y Bandung, en Java occidental, pero el mal tiempo, unas reparaciones en la nave y la grave disentería que contrajo Amelia, provocaron retrasos en el viaje.
Para el 27 de junio, partieron hacia Darwin (Australia). En este viaje, Amelia ordenó devolver los paracaídas porque pensaba no serían necesarios en lo que restaba del viaje. Después de haber completado 35.405 kilómetros en treinta días, ambos pilotos llegaron a Papúa Nueva Guinea. Aquí la piloto contactó con el Herald Tribune para enviar fotos del viaje, pero se mostraba cansada y enferma.
Con 7.570 litros de combustible, Amelia y su copiloto levantaron de nuevo el vuelo en medio de un fuerte temporal. Este penúltima etapa debía llevarlos hasta la isla Howland, pero tras un último comunicado: «KHAQQ llamando al Itasca. Debemos estar encima de ustedes, pero no los vemos… El combustible se está agotando…», se perdió todo contacto con el avión.
Su desaparición sigue generando especulaciones, debido a que no están claras las circunstancias del accidente y el lugar exacto donde se produjo. La versión oficial sostiene que el avión se quedó sin combustible y cayó en aguas del Pacífico, mas algunas fuentes aseguran que el avión se vio obligado a realizar un aterrizaje forzoso en las islas Fénix, donde los dos ocupantes sobrevivieron como náufragos hasta su muerte.