A punto de cumplir sus 40 años en el mercado La Praline continúa como líder en la bombonería del país. Su calidad, constancia e innovación la mantienen vigente mientras se preparan para celebrar el Día de los Enamorados.
«Hemos creado nuestro propio estilo, con recetas que hemos perfeccionado desde hace cuatro décadas, y eso hace la diferencia cuando pruebas algo de nuestra tienda. En La Praline hay arte, sabores, aromas y por supuesto, un equipo completo que disfruta lo que hace, y que en muchos casos son profesionales que llevan años acompañándonos en esta historia tan larga», afirma Brian Van den Broucke, chef y dueño de la bombonería.
Para todos los gustos
La Praline tiene al menos 60 bombones rellenos y en estas casi cuatro décadas los asiduos a sus creaciones tienen sus favoritos, entre ellos destacan el Venus, un clásico, que es un gianduja a base de avellanas. O el Tronco, que tiene avellanas y trocitos de frutos secos caramelizados, así como el de parchita.
Entre los más recientes los atrevidos Mora y Trufa Salvaje cuentan con el favoritismo de los clientes; así como las orangettes que no son un bombón, sino trocitos de cáscaras de naranja bañadas en chocolate. Una sorpresa fue el buen recibimiento que una de sus más recientes creaciones tuvo: las galletas Spéculoos, artesanales, con el toque justo de especias y la frescura que dan las galletas recién hornadas.
«Lo cierto es que cada persona tiene sus favoritos. Hay personas que piden cajas completas con un solo tipo de bombón, como un señor que siempre compra el mismo y hace poco me preguntó si lo podíamos hacerlo con chocolate oscuro, y lo hicimos. También completamos pedidos con requerimientos específicos. Por ejemplo, el bombón de ponche crema fue una petición de un cliente, y luego dejamos en la tienda. Lo mismo ocurrió con un bombón de salmón que hicimos para un restaurante o uno de queso de cabra. Tú puedes tener el bombón o el producto de chocolate que quieras».
Bombones para regalar
Por supuesto que en las fechas más importantes como Navidad, Pascua y San Valentín, La Praline prepara una colección limitada y alusiva a la fecha, es por eso que en Navidad encontramos bombones con mazapán y en Pascua los tradicionales huevos de chocolate o figuras de conejo, mientras que en el mes del amor los corazones son los que mandan.
«San Valentín es una fecha muy bonita porque nos recuerda el amor, en todas sus formas, y el chocolate es un regalo perfecto porque, al igual que el amor, hay para todos los gustos, y a veces también puede ser amargo. Pero además, cuando comemos chocolate, liberamos dopamina, que es un neurotransmisor vinculado al placer. Por eso un bombón es un afrodisíaco, y eso influye en nuestro estado emocional. Hay una persona que me dijo que cuando estaba triste, iba a La Praline, porque se alegraba. Ese poder lo tiene el chocolate», cuenta Brian.
Para esta año han preparado cofres de chocolate en forma de corazón y pintados de rojo que vienen en cuatro tamaños. Todos rellenos con bombones a gusto del cliente y para todos los presupuestos. Desde el cofre de chocolate grande con 45 bombones hasta el pequeño de cinco y si el presupuesto es aún más reducido La Praline tiene la opción de que el cliente puede comprar cajas o bolsitas de entre seis y hasta dos bombones por menos de $10, con la oportunidad de que se puede escoger los sabores que le gustan a esa persona especial, y dar un pequeño regalo ya que lo importante es el detalle.
«También tenemos figuras de chocolate con forma de zapato y cartera, y dos bombones especiales, uno en forma de corazón con relleno de mora y otro con forma de labios. También tenemos cajas con motivos de San Valentín y una promoción que incluye una caja y una botella de prosecco».
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El chef comenta que con el correr de los años se han ido adaptando a la tendencia mundial. En el caso de los bombones, hace 20 años eran mucho más grandes y ahora se hacen más pequeños. Nos cuenta también que los empaques del inicio no eran la mejor protección para el bombón y por eso es muy importante la caja.
«A finales del año pasado hicimos un cambio de imagen. Nuestras cajas ahora tienen figuras tropicales y animales que viven alrededor de los sitios o fincas donde se cultiva el cacao que usamos; fue una especie de tributo a eso. Y además, todas las cajas de ahora te permiten ver todos los bombones al abrirlas».
Asimismo, agrega que el paladar de los venezolanos también ha cambiado. Antes, el paladar era muy dulce, pero ahora prefiere el chocolate oscuro u opciones más sanas sin azúcar y en La Praline se consiguen, ya que tienen una línea que se elabora con cacaos de origen lo que hace al chocolate menos dulce.
«Hoy el cacao es el protagonista, y Venezuela tiene muchas variedades diferentes de cacaos con sus propias características y aromas, que derivan en productos particulares. Eso hace que los bombones que hacemos sean distintos y únicos. Y a todos nos gusta saber de dónde viene y cuál es la historia de lo que comemos».
En cuanto a su evolución Brian comenta que todos los días crean e innovan para dar lo mejor a la gente. Cuando vienen fechas especiales tiene la tradición de hacer sus figuras más conocidas, sin embargo, puede haber un disparador que haga que salgan diversas ideas y en ellas se va trabajando. «Cualquier producto que voy creando es con la idea de complacer al cliente y cada bombón empieza en mi cabeza, y crear es lo más divertido que hay». Agrega, también, que rescatan cosas de otros países, como paso el año pasado con las galletas speculoos.
Sin embargo, considera que el secreto de su éxito y el de su familia es amor a lo que se hace. «En La Praline vivimos enamorados de lo que hacemos y de alegrar a mucha gente. La Praline es un acto de amor, y es el amor universal: amor de pareja, de madre, de hermanos, de jefe y empleados, en fin… Damos lo mejor en cada cosa que hacemos y esperamos lograr que cuando la gente compre o regale nuestros productos, haya amor de por medio en esa elección».
Coordenadas: Las tiendas de La Praline se encuentran en Los Palos Grandes (su sede principal), Centro Comercial Valle Arriba y Centro Comercial Tolón.